Entre el nacimiento y
los 6-8 años: Florece el desarrollo de la motricidad y de los sentidos. Por
ello el énfasis recae en que la interacción sea sensorio motriz-emocional,
pre-operativa, sin unas metas definidas, como una experiencia cualitativa de la
realidad.
Este entorno debe cumplir las premisas de que existan los
suficientes elementos para que el organismo se desarrolle en plenitud a través
de un marco sensorial, motriz y emocional adecuado. El papel del adulto será de
acompañamiento afectuoso.
En referencia a la estructura temporal, en la primera mitad se
ofrece a los niños un ambiente preparado, incitado, estimulado, y son invitados por los adultos a participar.
En este ambiente, la naturaleza y cultura se encuentran integradas lo que
conlleva a la experiencia en la plenitud y armonía. Parámetros claros en el
tiempo y espacio dan seguridad a las actividades autónomas, donde cada cosa
tiene su sitio, con una gran variedad de opciones y donde no existen puertas ya
que es el propio niño quien decide si quiere estar dentro o fuera. En la
segunda mitad y siempre a la misma hora se llaman a las mismas actividades, en
el mismo orden para crear unas rutinas, por ejemplo: los niños que quieren
tomar el jugo y los que no quieren escuchan que es “la hora del jugo”, media
hora más tarde comienza “la hora del
proyecto “en otro lugar. Al final de la mañana se realizará la hora del cuento,
contado por un adulto.
Los procesos emocionales, sociales y cognitivos se
convierten en uno solo a través de las interacciones impulsadas desde dentro.
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